18/03/2025
La historia de la ciencia en México está marcada por figuras visionarias que sentaron las bases de diversas disciplinas. Entre ellas destaca Alfonso L. Herrera, un nombre fundamental en la biología mexicana, considerado por muchos como el primer biólogo del país. Su curiosidad insaciable y su enfoque innovador lo llevaron a explorar desde los misterios del origen de la vida hasta la aplicación práctica de la ciencia en la agricultura y la conservación.

Nacido en la Ciudad de México el 3 de julio de 1868, Alfonso Luis Herrera López creció en un entorno ligado a la historia natural, siendo hijo de Alfonso Herrera Fernández, uno de los fundadores de la Sociedad Mexicana de Historia Natural en ese mismo año. Siguiendo los pasos de su padre en el interés por la ciencia, Alfonso L. Herrera estudió Farmacia en la prestigiosa Escuela Nacional de Medicina, obteniendo su título en 1889. Desde muy joven, mostró un intelecto brillante y una pasión por la investigación que lo llevó a formar parte del Museo Nacional, donde pronto se distinguió por su visión crítica, buscando superar la perspectiva meramente taxonómica que predominaba en la historia natural de la época.
Un Legado Institucional y Educativo
La influencia de Alfonso L. Herrera no se limitó a la investigación pura; fue un impulsor clave en la creación y desarrollo de instituciones científicas y educativas en México. Su visión lo llevó a fundar el Zoológico de Chapultepec, un espacio emblemático que surgió como resultado directo de sus investigaciones y su interés por la biología animal y su exhibición para la educación pública. Además, fue un precursor fundamental para la formación del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una de las entidades de investigación biológica más importantes del país hasta la fecha.
Su compromiso con la enseñanza fue igualmente notable. Ejerció como maestro en instituciones de gran relevancia como la Escuela Nacional Preparatoria, el Heroico Colegio Militar y la Escuela Normal, contribuyendo así a formar a varias generaciones de estudiantes con una perspectiva científica renovada. Su labor como director del Museo Nacional de Historia Natural, cargo que asumió en 1915, le permitió consolidar y guiar la investigación y la divulgación científica en un periodo crucial para el desarrollo académico en México. Su legado escrito incluye obras significativas como Nociones de biología y La biología en México durante un siglo, textos que reflejan su profundo conocimiento y su capacidad para sistematizar y comunicar el saber biológico de su tiempo.
La Búsqueda del Origen de la Vida: La Plasmogenia
Quizás uno de los aspectos más fascinantes y ambiciosos de la obra de Alfonso L. Herrera fue su profunda investigación sobre el origen de la vida, desarrollada principalmente en las décadas de 1930 y 1940. En un tiempo en que la ciencia comenzaba a abordar esta compleja pregunta, Herrera se sumergió en una serie de experimentos innovadores buscando recrear las condiciones primitivas de la Tierra y observar la posible formación de estructuras prebióticas.
Sus experimentos implicaban la mezcla de sustancias relativamente simples como aceite, gasolina y resinas. Al interactuar bajo ciertas condiciones, estas mezclas daban lugar a la formación de microestructuras complejas a las que denominó sulfobios. Lo notable de los sulfobios era que presentaban una organización interna rudimentaria, sugiriendo una complejidad que se acercaba a la de las formas de vida más simples. Sin embargo, un límite crucial era que estas estructuras no eran capaces de dividirse o reproducirse por sí mismas, un rasgo distintivo de la vida tal como la conocemos.
A partir de estos hallazgos experimentales, Herrera formuló su teoría sobre el origen de la vida, a la que llamó plasmogenia. Esta teoría postula que la vida surgió a partir de la formación de protoplasma a partir de materia inorgánica. Consideraba que el protoplasma era el componente fundamental cuya actividad fisicoquímica constituía la esencia de las primeras manifestaciones vitales. Sus investigaciones lograron demostrar la posibilidad de la síntesis abiótica de compuestos orgánicos, es decir, la formación de moléculas orgánicas a partir de precursores inorgánicos sin la intervención de organismos vivos. Este fue un paso significativo en el campo de la biología prebiótica.
A pesar de sus importantes descubrimientos, Herrera reconoció que sus experimentos no lograron definir completamente los límites precisos entre la materia viva y la materia inanimada. Observó que el protoplasma, que él consideraba la base de la vida, podía formarse tanto en materiales que se perciben como vivos como en aquellos que no lo son. Esta ambigüedad planteó preguntas profundas sobre la naturaleza misma de la vida, un debate que continúa evolucionando en la ciencia moderna.
Ciencia Aplicada: Parasitología Agrícola y Conservación
Más allá de sus investigaciones sobre el origen de la vida, Alfonso L. Herrera tuvo un impacto directo y práctico en la sociedad mexicana a través de su trabajo en la agricultura y la conservación. En 1900, fue designado para dirigir la recién creada Comisión de Parasitología Agrícola (CPA), una institución científica dedicada a resolver los problemas de plagas que afectaban los cultivos en México.
El enfoque de la CPA, bajo la dirección de Herrera, era innovador para la época: buscar formas de combatir las plagas utilizando sus enemigos naturales, lo que hoy conocemos como control biológico. Entre sus logros más destacados se encuentra el descubrimiento de un ácaro, Pediculoides ventricosus, que parasita al dañino gorgojo del algodón, el "picudo" (Anthonomus grandis). La CPA logró cultivar y reproducir este ácaro para su posible uso en el control de la plaga, demostrando la viabilidad de estas estrategias biológicas.
Las Ligas Ornitófilas: Pioneros de la Conservación
Sin embargo, uno de los mayores éxitos y una de las iniciativas más originales de Alfonso L. Herrera en la CPA fue la formación de las llamadas Ligas Ornitófilas. Estas ligas eran agrupaciones de personas, principalmente agricultores y hacendados, que se comprometían voluntariamente a proteger las aves en sus propiedades y a evitar su cacería. La premisa científica detrás de esta iniciativa era que muchas especies de aves se alimentan de insectos que son plagas agrícolas, así como de roedores, y por lo tanto, protegerlas era una forma efectiva y ecológica de controlar estas amenazas para los cultivos.
El éxito inicial de las Ligas Ornitófilas se debió en gran parte a la intensa labor de divulgación realizada por la CPA. Se publicaban artículos y avisos en periódicos dirigidos tanto a la gente del campo (como El Agricultor Mexicano) como al público en general (como La Voz de México, El Mundo Ilustrado, El Tiempo, El Diario del Hogar, entre otros). A través de estos medios, se informaba sobre la importancia de las aves, se daban a conocer las investigaciones de la CPA y se promovía la adhesión a las ligas. Además de la información, la CPA también distribuía de manera gratuita productos útiles para la agricultura, como la nitragina (un abono) o los bacilos de Danysz (para controlar plagas de ratas y ratones), lo que incentivaba la interacción con los agricultores.
Para formalizar las ligas, Alfonso L. Herrera envió en 1902 una circular a los agricultores explicando el papel protector de las aves y solicitando que quienes estuvieran dispuestos a protegerlas firmaran la circular y la regresaran a la CPA para llevar un registro. La respuesta fue notable. En 1903, se publicó un listado de adhesiones que mostraba la formación de ligas en 27 estados del país, el territorio de Nayarit y el Distrito Federal. El estado con mayor número de ligas registradas fue Jalisco, con 108. Los miembros provenían de diversos ámbitos: hacendados, rancheros, jefes de estación de ferrocarril, empleados de empresas agrícolas, administradores de panteones, directores de escuelas (quienes difundían la idea entre sus alumnos), y vecinos de distintos poblados. Cartas de apoyo, como la de Jesús Tamez de Tamaulipas, evidencian el entusiasmo y la comprensión de la importancia de esta iniciativa.
Un aspecto particularmente interesante fue la búsqueda de apoyo por parte del clero. En un México marcado por la división entre Iglesia y Estado tras las Leyes de Reforma, que Alfonso L. Herrera pidiera la colaboración de la Iglesia para un fin científico y de conservación fue un hecho notable. En 1902, el arzobispo de Michoacán, Atenógenes Silva, hizo un llamado a los curas y vicarios para que apoyaran la solicitud de la CPA, no solo para salvar almas, sino para coadyuvar al desarrollo de las ciencias. Herrera amplió su solicitud al clero para que se protegiera no solo a las aves, sino también a murciélagos, lagartijas, cincuates y sapos, animales que también cumplen funciones importantes en el ecosistema agrícola. Propuso que en cada curato se formaran grupos de agricultores para celebrar reuniones periódicas y compartir sus observaciones.
La difusión de la labor de las ligas se realizaba a través de diversas vías, incluyendo exposiciones científicas y agrícolas, donde se mostraban colecciones de aves útiles y se daban pláticas. En una exposición en Coyoacán en 1903, se mencionó que Herrera ya había propuesto un proyecto de ley para la protección de aves en 1889. Se publicaban folletos detallados sobre especies específicas, como el chotacabras, resaltando sus beneficios para la agricultura. Estas iniciativas de conservación persistieron por varios años, constituyendo un logro temprano y significativo en la historia de la conservación biológica en México.
Estado | Número de Ligas Registradas (1903) |
---|---|
Jalisco | 108 |
Puebla | Desconocido (activo) |
Tamaulipas | Desconocido (activo) |
Michoacán | Desconocido (activo) |
... (Otros 23 estados, Nayarit y DF) | Desconocido (activo) |
La Comisión de Parasitología Agrícola operaba con un enfoque integral que incluía la publicación de su propio Boletín, la distribución de folletos gratuitos y la operación de un museo interactivo donde los agricultores podían observar plantas afectadas por plagas, los insectos responsables y utilizar microscopios para un análisis detallado. Era un centro de conocimiento y servicio directo a la comunidad agrícola.
El Fin de una Etapa y el Legado Duradero
La labor de la Comisión de Parasitología Agrícola llegó a su fin en 1909. Un cambio administrativo en la Secretaría de Fomento, liderada por Olegario Molina, resultó en la pérdida de autonomía de la CPA al ser integrada al Departamento de Historia Natural de la Estación Agrícola Central. Alfonso L. Herrera, inconforme con esta decisión que mermaba la independencia y el enfoque de la comisión, presentó su renuncia en 1908, marcando el fin de su directa participación en esta institución que él había ayudado a construir y dirigir con tanto éxito.
Posteriormente, Herrera encabezó la Dirección de Estudios Biológicos (DEB), también parte de la Secretaría de Fomento. Aunque en la DEB se continuaron realizando trabajos de conservación biológica, incluyendo la Liga Ornitófila Mexicana, las condiciones sociales en las áreas rurales habían cambiado significativamente, lo que limitó el alcance y el éxito de estas iniciativas en comparación con la época dorada de la CPA.
A pesar de los desafíos y cambios institucionales, el legado de Alfonso L. Herrera perdura. Sus investigaciones sobre el origen de la vida, aunque formuladas hace décadas, fueron pioneras en el estudio de la abiogénesis y la síntesis prebiótica, anticipando líneas de investigación que se desarrollarían más tarde en la biología y la química. Su impulso a la creación de instituciones como el Zoológico de Chapultepec y su papel como precursor del Instituto de Biología de la UNAM cimentaron el desarrollo de la ciencia biológica en México. Su trabajo en la CPA y la audaz iniciativa de las Ligas Ornitófilas lo posicionan como un pionero en la conservación biológica y la divulgación científica aplicada, demostrando una comprensión temprana de la importancia de los servicios ecosistémicos y la necesidad de involucrar a la sociedad en la protección del medio ambiente.
Preguntas Frecuentes sobre Alfonso L. Herrera
¿Qué es la teoría de la plasmogenia propuesta por Alfonso L. Herrera?
La plasmogenia es una teoría sobre el origen de la vida que postula que esta surgió a partir de la formación de protoplasma a partir de materia inorgánica. Herrera consideraba que la actividad fisicoquímica del protoplasma era la base de las primeras formas de vida y demostró la posibilidad de la síntesis abiótica de compuestos orgánicos en sus experimentos.
¿Qué eran los sulfobios?
Los sulfobios eran microestructuras que Alfonso L. Herrera obtuvo experimentalmente al mezclar sustancias como aceite, gasolina y resinas. Presentaban una organización interna, pero no eran capaces de dividirse, lo que los diferenciaba de los organismos vivos.
¿Qué fueron las Ligas Ornitófilas?
Las Ligas Ornitófilas fueron agrupaciones de personas, principalmente agricultores, promovidas por Alfonso L. Herrera a través de la Comisión de Parasitología Agrícola. Su objetivo era proteger las aves, consideradas beneficiosas para la agricultura por alimentarse de plagas y roedores, y evitar su cacería. Fue una iniciativa pionera en la conservación biológica en México.
¿Qué instituciones importantes ayudó a fundar o impulsar?
Alfonso L. Herrera fundó el Zoológico de Chapultepec y fue un precursor clave en la creación del Instituto de Biología de la UNAM. También dirigió la Comisión de Parasitología Agrícola y el Museo Nacional de Historia Natural.
El legado de Alfonso L. Herrera es el de un científico multifacético que no solo incursionó en preguntas fundamentales sobre la vida, sino que también aplicó su conocimiento para resolver problemas prácticos y sentó las bases de importantes instituciones científicas y de conservación en México.
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